miércoles, 20 de octubre de 2010

T.S.U. ROMÁN R. HERNÁNDEZ G. acota

ANÁLISIS    DE    P.N.F.I


La estructura de la educación superior ha emprendido una profunda transformación para dar respuesta a los imperativos de una sociedad en función del progreso que contribuya a garantizar el cumplimento de las exigencias y necesidades para la formación de profesionales, tomando en consideración la aplicación  de los valores de justicia, libertad, amor por el prójimo y al ambiente. Por ello los programas nacionales  de la formación para la educación superior tienen como objeto propiciar los cambios que requieren nuestras sociedades con miras a escenario futuros para diseñar alternativas de desarrollo humano sostenible inspirado en principios de equidad democrática, justicia y libertad. En esto la misión sucre con papel protagónico promueve un tipo de educación con arraigo y pertenecía social.
Estas reformaciones no se logran a partir de recetas lineales sino con metodologías orientadas a garantizar el cumplimiento de las exigencias y necesidades en la formación de profesionales a partir de los objetivos establecidos en los planes y programas de estudio.
 La evaluación en el marco de la educación superior está dirigida a la brigada de una construcción colectiva de aprendizajes, desarrollando en los estudiantes sus habilidades y destrezas en el aprender a crear, convivir, participar, valorar, reflexionar y emprender, a su vez fortaleciendo la interacción de todos los actores del proceso educativo, orientados a la responsabilidad que corresponde a cada uno de ellos. Por ello se concibe la evaluación, como un proceso compartido, de intercambio de valores, caracterizados por la solidaridad en relación de respeto y armonía.
Por otra parte su enfoque es transparente dando atención al derecho a la información de los resultados en el proceso evaluativo, permitiendo además las diferentes formas de participación como la autoevaluación, proceso de reflexión que realiza cada uno de los actores sociales, permitiendo tomar decisiones al respecto, igualmente a la coevaluación dando pie a la interacción entre el estudiante y su orientador, sin olvidar la heteroevaluación como proceso de reflexión para valorar colectivamente los esfuerzos.
En consecuencia podemos afirmar que hoy más que nunca la educación enfrenta retos y demandas. El acto de educar implica interacciones muy complejas, las cuales involucran cuestiones simbólicas, afectivas, comunicativas, sociales, de valores etc. Por ellos se hace importante construir soluciones anti rigentes a los problemas que en freta el aula y el contexto educativo particular, así estaremos avanzado a través del camino de formación de los enseñantes y enseñados, tal como lo establece los programas de formación superior emanados del Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior.

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